Este mes de junio celebramos con alegría y fe la solemnidad del Corpus Christi, una de las festividades más significativas del calendario litúrgico. Esta fiesta, cuyo nombre significa «Cuerpo de Cristo», tiene lugar el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad y nos invita a renovar nuestro amor y adoración por Jesucristo presente en la Eucaristía.
Durante esta jornada, conmemoramos el momento en que Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía en la Última Cena. Es un día para recordar que Cristo se ha quedado con nosotros de forma real, verdadera y sustancial en el pan consagrado. Por eso, la Iglesia celebra una Misa solemne seguida de una procesión con la custodia, llevando al Señor por las calles como signo visible de fe y unidad del pueblo cristiano.
En muchas localidades, esta procesión se convierte en una auténtica expresión de belleza y devoción. Las calles se adornan con flores y hierbas aromáticas, resuenan cantos, se suman danzas tradicionales como la de los seises, y los niños que han hecho su Primera Comunión desfilan con entusiasmo y recogimiento, siendo testigos vivos de una fe transmitida de generación en generación.
Corpus Christi no es solo una tradición, es una vivencia profunda de la presencia de Cristo en nuestras vidas. Nos recuerda que el Señor ha querido quedarse con nosotros para compartir nuestras alegrías y sostenernos en nuestras cruces diarias. Es también un día de caridad: la colecta de este día se destina a Cáritas, como gesto concreto de amor al prójimo.
Desde la Fundación, invitamos a todos a redescubrir la grandeza de este misterio y a participar con fe, amor y esperanza en esta gran fiesta de la Iglesia.